“India, detrás de las miradas”

Delhi nos recibe con un mosaico espiritual y cultural. Entre templos y mercados, damos los primeros pasos de este viaje, abriendo los sentidos. En Old Delhi nos perdemos en sus callecitas llenas de historia y en mercados de especias que despiertan aromas y colores. Elegimos ropa típica para vestirnos como locales, un gesto que nos ayuda a integrarnos en su vida cotidiana. En Delhi dejamos de ser observadores para comenzar a vivir India desde adentro.

En Agra el tiempo se detiene frente al Taj Mahal. Pasamos una tarde completa contemplando cómo el mármol cambia de color con la luz del atardecer. Sin apuro, como lo hacen los locales, dejamos que la magia de este lugar nos envuelva. Es un instante eterno que se queda grabado en el corazón.

De camino a Jaipur nos detenemos en Fatehpur Sikri, la impresionante ciudad roja que el emperador Akbar levantó como capital de su imperio. Aunque fue abandonada, sus mezquitas, palacios y patios siguen transmitiendo la majestuosidad de aquella época. Al caminar por sus pasajes es fácil imaginar la vida de la corte que dejó una huella profunda en la historia de India.

Jaipur nos recibe con sus murallas, palacios majestuosos y bazares llenos de color. Subimos al Fuerte Amber, una joya de la arquitectura rajastaní, desde donde contemplamos la grandeza de la ciudad. La experiencia se vuelve cercana cuando una familia muy querida nos abre las puertas de su casa para compartir una cena. Entre aromas, relatos y sonrisas descubrimos la verdadera hospitalidad de Jaipur, esa que solo se revela cuando viajas como amigo y no como turista.

Pushkar es espiritualidad y hospitalidad en su máxima expresión.

Alrededor del lago sagrado participamos en rituales ancestrales y dejamos que la energía del lugar nos envuelva. El momento más profundo llega en la escuela , donde Pamela enseña inglés como voluntaria. Allí compartimos tiempo, juegos y sonrisas con las niñas, quienes nos recuerdan que los viajes que más transforman son los que conectan corazones.

Al caer la noche, el desierto se llena de música y danzas que nos conectan con la alegría más pura. Vivimos una noche muy especial junto a las comunidades del desierto, ahí mismo, bajo las estrellas. Una experiencia auténtica que refleja la esencia humana de India.

Jodhpur nos recibe con el azul de sus casas extendiéndose al pie del Fuerte Mehrangarh, descrito por Rudyard Kipling como una obra de titanes por su grandeza y solidez. Nos perdemos en el mercado de la Torre del Reloj, entre especias, bazares y escenas cotidianas que nos muestran la India más emblemática. Desde lo alto del fuerte contemplamos la ciudad teñida de azul, un mar de casas que habla de historia, tradiciones y de la vida que late en cada rincón.

En Ranakpur descubrimos uno de los templos jainistas más extraordinarios de India. Tallado íntegramente en mármol blanco, parece un laberinto sagrado sostenido por más de mil columnas, cada una distinta a la otra. Caminamos en silencio por sus pasillos mientras la luz que entra por los tallados transforma el espacio en un lugar de calma y recogimiento.

Udaipur, la “ Venecia de Oriente” se despliega como un espejismo entre colinas y agua. Sus palacios parecen flotar en los lagos, reflejando la grandeza de los maharajás que la habitaron. Navegamos en una barca en un paseo privado, durante la mañana y disfrutamos de la tranquilidad del agua y de la ciudad desde otra perspectiva. También tenemos tiempo para caminar sin rumbo y empaparnos de la vida local entre artesanos, danzas y rincones que respiran arte y tradición.

Varanasi es el alma espiritual de India y el punto más intenso de nuestro viaje. Pasamos dos días completos para conectar con lo que importa. Al amanecer,subimos a un bote privado y nos dejamos envolver por los rituales de Ma Ganga, la Madre Sagrada. La vida despierta en sus orillas con plegarias, ofrendas y rituales crematorios; peregrinos que se purifican en el agua y miradas profundas nos conmueven. Con la guía cercana de un pandit (sacerdote hindú), amigo nuestro, participamos en ceremonias que nos abren a la espiritualidad de esta ciudad desde adentro.

Al caer la tarde vivimos el Aarti, la ceremonia del fuego sagrado, cuando mantras, cantos y luces envuelven el Ganges en un escenario indescriptible. En Sarnath nos acercamos a la enseñanza de Buda en el lugar donde pronunció su primer sermón y en los telares de seda descubrimos oficios que han pasado de generación en generación. Varanasi es el corolario del viaje, el momento en que la vida y la muerte se abrazan y cada viajero encuentra en sí mismo una nueva manera de mirar lo sagrado.